top of page

Economía ecocida incendia el país

  • Foto del escritor: Akahata Comunicación Digital
    Akahata Comunicación Digital
  • 2 oct 2020
  • 8 Min. de lectura

Por Jhonatan Villalba.


Las personas se enferman, pierden sus casas, nos deshidratamos, respiramos humo. Así fueron los últimos días y son los días que nos esperan en medio de momentos tan grises, rojos y naranjas.


Estos males tienen causas concretas, responsables con nombre y apellido, hoy lo vemos todas y todos, menos el gobierno y los mismos responsables. En mi artículo anterior, El motor destructivo de la economía paraguaya, esta situación fue demostrada.


Foto: Última Hora (Luis Enriquez).


Señalo cómo Paraguay tiene un “riesgo de deforestación por tonelada” más de 10 veces mayor que el de las exportaciones de Brasil, el principal exportador mundial del rubro (Global Forest Watch, 2020)(1), cómo más del 60% de los focos de incendios de setiembre de 2019 se encontraron en la Región Oriental (Guyra Paraguay, 2019), y cómo, de acuerdo a los patrones sistemáticos de evolución de los focos de calor, se presume que fueron provocados con el objeto de disminuir la extensión de bosques o “cambiar el uso del suelo”, tal como en el año 2007 (2), además también hago mención a que al tratarse de zonas boscosas no adaptadas al fuego en la región oriental, el peligro podría repetirse, cosa que acontece hoy.


Existe una relación entre la deforestación y los incendios. Quemas provocadas para cambio de uso de suelo, como lo llaman eufemísticamente, por parte de productores existen, y tienen parte importante de la culpa de lo que sufrimos hoy.


Es clara la relación entre el modo agropecuario de producción y lo que estamos atravesando, esa es una realidad no solo local, pues en la Amazonia, los focos también son intencionales. Agosto es el mes donde históricamente se registran la mayor cantidad de fuegos. Pero este año, ya es atípico en todo sentido.


Por tratarse de un bosque húmedo, estos incendios no pueden atribuirse a la autocombustión estacional y sólo pueden ser provocados por la acción humana. La quema de tierras después de la tala del bosque es la forma más rápida y barata de limpiar los árboles, ramas y hojas muertas. Por lo tanto, es la última etapa de la deforestación, seguida de la conversión de la tierra en pasto o plantación(3).


Ante esta realidad, no faltaron los argumentos en defensa, pero sin contenido, por parte de los beneficiarios de este sistema, los grandes propietarios, sus representantes políticos en el Estado, y sus peones bien remunerados (profesionales del agro y/o los estudiantes que ya aspiran a ocupar esa posición) “Están satanizando la producción”, “los incendios son un fenómeno cíclico”, “ningún productor se arriesga a perder todo incendiando cuando es peligroso” o “todo se hace en el marco de la legalidad”.


Un artículo de Michelle Carrere en Mongabay revela que según el propio Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES), 1.057.888 hectáreas fueron deforestadas entre enero de 2014 y enero de 2018 en la región occidental del país. De ese total, 959.559 hectáreas, más del 90%, corresponde a Alto Paraguay y Boquerón, los dos departamentos que albergan al Parque Nacional Defensores del Chaco. Prácticamente toda esa área se destinó a la producción ganadera, que es la principal actividad de la región occidental del país.


Continúa el artículo señalando que la ley forestal de Paraguay establece que cada establecimiento ganadero debe mantener el 25% de la masa boscosa de su predio y hasta el 50% del bosque en caso de que esté dentro de la zona de influencia del parque. Aun así, el MADES calcula que el promedio de tierras deforestadas en los últimos cuatro años en el Chaco llega a las 264.000 hectáreas por año. Una situación que se agravó cuando el expresidente Horacio Cartes promulgó en 2017 un decreto que autorizó a los estancieros y ganaderos del Chaco a desmontar el 100% de sus tierras, obviando las leyes ambientales existentes.


Dicha normativa fue derogada por Mario Abdo al asumir el cargo en agosto pasado, pero algunos establecimientos ganaderos ya habían desmontado la totalidad de sus predios.

Asimismo, al no contar el país con catastro rural, no hay forma de determinar si las estancias cumplen con el porcentaje de bosque que la ley les obliga a preservar. Como muestra de la impunidad, 12.000 hectáreas se deforestan al año, según el propio MADES, en la región oriental del Paraguay, en donde existe una ley de deforestación cero implementada en 2005. De acuerdo a esta ley, la deforestación ilegal es penada hasta con ocho años de cárcel. Sin embargo, hasta el año pasado, nadie pasó un día tras las rejas por este motivo(4).


Entonces, ¿podemos confiar en leyes escritas en papel con un gobierno completamente funcional a los intereses de sus patrones? El argumento de la legalidad queda descartado.


“Los incendios son un fenómeno cíclico”


Los incendios sí son un proceso natural en la regeneración y renovación de los ecosistemas. Sin embargo, el 96% de los incendios del mundo ahora están siendo provocados deliberadamente o, en menor medida, causados involuntariamente por humanos. Solo el 4% de los incendios se dan naturalmente, por ejemplo, debido a la caída de rayos, según un informe de WWF.


Muchas áreas “se limpian” utilizando el método de tala y quema para dar paso a la agricultura, la ganadería o la industria, particularmente en la región amazónica, lo cual se refleja directamente en la crisis climática.


En Paraguay, otro clásico argumento es que la contribución del país a la emisión de gases con efecto invernadero y al calentamiento global en general, es insignificante en comparación con otros países, sin embargo, hoy vemos las consecuencias a escala local de que, por ejemplo, la agricultura en ciertas zonas se haya vuelto tan grande y tan productiva que ha sobrepasado sus recursos hídricos. Utiliza mucha más agua de la que puede proporcionar. Los agricultores han respondido cavando pozos y succionando acuíferos, desecando humedales, esto aumenta las posibilidades de que la vegetación se seque, lo que a su vez aumenta el riesgo de incendio.


“Ningún productor se arriesga a perder todo incendiando cuando es peligroso”


Paraguay es uno de los peores depredadores de bosques del mundo, lo afirman diversos organismos bilaterales y multilaterales, así como agencias de cooperación que operan internacionalmente. (BM, PNDU, GFW, WWF)(5). Esa denuncia, de origen múltiple, sobre nuestro territorio desolado tiene que ver, no solamente con la tala masiva e indiscriminada de bosques, sino también con la ausencia de suficiente reforestación, así como con el calentamiento global, que propicia incendios devastadores, que alteran también el régimen de lluvias y prolongadas sequías.

Fuente: Publicación de la estudiante de Ing. ambiental Andrea Sosa.


Los incendios en la Región Oriental son sospechosos de estar relacionados con una intención de cambio de uso de suelo (desmonte) debido a que se nota una sistematicidad en los mismos, además de tratarse de bosques solamente incendiables bajo condiciones climáticas extremas. (Guyra Paraguay).


Desastre ambiental en medio de una pandemia, la explosión perfecta


Si los trabajadores y trabajadoras más precarizados como los recicladores de los vertederos de basuras o los informales ya eran los más afectados por esta cuarentena que parece más un ejercicio de segregación social tipo apartheid, ahora las consecuencias son inmensurables, los gancheros y las gancheras de Cateura perdieron días de trabajo e incontable material reciclable, muchos pobladores de las zonas ribereñas (y también en otras zonas del país) perdieron sus casas, los llamados “cuentapropistas” que viven del día a día ya no pueden salir a respirar un humo tóxico aún más nocivo que cuando se incendian bosques, porque en este caso también se incendiaron sustancias inorgánicas.


Y el resto del país que tenemos que atenernos a la cuarentena ¿Cómo nos lavamos las manos con los cortes de agua? ¿Cómo cuidamos la salud de adultos mayores, hipertensos, personas con enfermedades respiratorias y cardiacas, infantes tempranos, si ya empezaron los cortes de luz y no podemos encenderles siquiera un ventilador?


A su paso por Paraguay, el río Paraná nutre a dos centrales hidroeléctricas: la de Itaipú y la de Yacyretá, compartidas con Brasil y con Argentina, respectivamente. Ambas ya han notado la bajante del caudal, el encargado gerente de la División de Hidrología de la Superintendencia de Operación de Itaipú Binacional, Giovanni Gomes, explicó a EFE que comenzaron a percibir la sequía hace un año, con lluvias muy por debajo del promedio.

Dan por garantizado el suministro eléctrico, pero advierten “Hasta fin de año está previsto que (la producción) sea inferior a los otros años, pero está asegurado”.


Unos kilómetros más abajo, en la central de Yacyretá, el ingeniero Leopoldo Melo, jefe técnico de la margen paraguaya, manifestó, que lo normal es un caudal entre 13.000 y 14.000 metros cúbicos por segundo (...). “En agosto deberíamos tener superior a 13.000 metros cúbicos por segundo, pero estamos entre 8.000 y 9.000 metros cúbicos y seguimos en ese caudal. Es inferior a lo normal”. Por si necesitábamos sumarle problemas a la distribución energética, ahora debemos preocuparnos por un menor suministro(6).


El presidente de la Unión de Nativos Ayoreo de Paraguay (UNAP), activa desde el 2002, Carlos Ducubide Picanerái, manifiesta: “Debemos dejar tranquila a la naturaleza para que ella se recupere sola. No debemos intervenir más acá. Eso es lo que los sabios Ayoreo recomiendan. Escuchamos a los blancos decir que quieren reforestar con árboles nativos, o aprovechar para plantar algún producto en las áreas quemadas. No estamos entendiendo lo que está pasando. Es tiempo de parar. Deforestación cero y protección a la Reserva de la Biosfera del Chaco".


Unos 3.500 Ayoreo están afectados directamente por la pérdida de uno de sus lugares sagrados en el Chaco. El área que dio su nombre a los Ayoreo Garaigosode ya no existe como lo conocían.


Los argumentos neomalthusianos que aducen una población creciente que empuja a la necesidad de una producción masiva y en gran cantidad de alimentos baratos, a menudo de baja calidad nutricional, a un costo ambiental y social enorme, ya ni merecen ser discutidos en un mundo y un país que hace décadas producen más de lo que necesitan para alimentar a sus respectivas poblaciones pero siguen contando con desposeídos padeciendo hambre crónica y aguda, y con opulentos que tiran y derrochan comida.


Es imperante la necesidad de superar este modelo productivo diseñado para el lucro de unos pocos, con comunidades enteras bajo una fuerte presión por parte del maíz y la soja. Con incluso productores a gran escala sometidos a una intensa presión competitiva y teniendo que tratar con proveedores muy concentrados, que son las mismas empresas agroindustriales que suministran las semillas, los pesticidas, las que compran el producto y lo exportan o convierten en carne. Los poderosos conjuntos de oligopolios que controlan el sistema agroalimentario.


Más temprano que tarde, los peones bien remunerados, los profesionales y los aspirantes a serlo, los propietarios y sus representantes políticos, tendrán que hacer un ejercicio de honestidad intelectual o ceder ante la evidencia, hoy aún no lo están haciendo, prefieren activar sus dispositivos mediáticos para deslindarse de sus responsabilidades y transferírnoslas a nosotros los comunes.


Reducen todo a “la quema inconsciente de basuras” obviando todo lo mencionado arriba, omiten la responsabilidad de las empresas Empo y El farol de los enormes incendios en los vertederos de basura.


Como hacen cuando culpan a “la gente inconsciente que no limpia su patio” y callan que la deforestación es lo que hace migrar a los mosquitos de sus hábitats naturales, y vienen a hábitats urbanos con algunas condiciones similares pero sin los competidores naturales que eviten un crecimiento poblacional desregulado.


Igual que cuando culpan de los contagios de covid a la gente pobre que sale a la calle y no dicen nada de las aglomeraciones en los buses, responsabilidad del despreciable empresariado del transporte y de las patronales que ni desde el día uno de la cuarentena cedieron a la obligación de que trabajadores y trabajadoras produzcan su riqueza.


Con todo esto encima, hoy podemos ver que igualmente florecen las demostraciones de solidaridad del pueblo para con el pueblo, brigadas solidarias, organizaciones consolidadas y espontáneas en los más diversos sectores movilizándose para apoyar a las comunidades afectadas por el fuego o para apoyar a los bomberos voluntarios.

Cuando superemos este momento, porque lo superaremos, solo nos quedará dar el siguiente paso, el de saltar de la organización para la resistencia a la organización para asumir la ofensiva.


Enlaces:


2) Situación de incendios en el país 11/09/2019: https://guyra.org.py/situacion-de-incendios-en-el-pais/

4) Nuevas áreas de deforestación en el Chaco paraguayo: https://es.mongabay.com/2019/07/nuevas-areas-de-deforestacion-en-el-chaco-paraguayo/

5)

a) Abordar el cambio climático en los países más pobres, Banco Mundial: https://blogs.worldbank.org/es/voices/abordar-el-cambio-climatico-en-los-paises-mas-pobres

b) Proyecto Bosques para el Crecimiento Sostenible - implementación de la donación aprobada por el Fondo Cooperativo del Carbono de los Bosques – FCPF, PNUD: https://www.py.undp.org/content/paraguay/es/home/projects/proyecto-bosques-para-el-crecimiento-sostenible---implementacion.html

c) Idem (1)

Comments


Seguínos en Redes Sociales.

bottom of page